COMO
AL SAPO DEL PEROL
Ahora que pululan sobre la Tierra tantos humanos, como
gusanos en un cadáver putrefacto, la conciencia de nuestro planeta se encuentra
confundida y sometida.
La diferencia entre los dos actos radica en la velocidad de
las incidencias, pues mientras en el cadáver, con el trabajo minucioso de cada individuo,
y con la convicción de sus motivos, la aparición de los huesos es casi inmediata,
en la Tierra en cambio, sin la voracidad de esos gusanos, pero con la
constancia suficiente que tenemos los humanos, la aparición de ese hipotético
esqueleto viene tardando varias generaciones.
El problema general es que nos está ocurriendo igual a como
la versión de un refrán popular, aquel que habla de la muerte de un sapo al que
le van calentando poco a poco el agua del perol en que lo tienen, y éste, sin luchar
y sin que lo note, va tomando con placidez su propia muerte.
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