LUCHANDO
CONTRA UNA IMAGEN CONCEBIDA
Como unos costales viejos, con unos huesos ruidosos dentro,
que duelen con el más mínimo movimiento, y con unas pieles ajadas como las bolsas
raídas que los contienen, así se van convirtiendo los cuerpos de cada quien, con
el paso lento del desgaste de la vida, más, sin embargo, en la conciencia de
cada ser no ocurre eso.
Sabemos, como seres con conflictos, que el día a día
consiste en vivir esas batallas permanentes, de una guerra individual por destacar
sobre los demás, y que estas son un misterio público entre la relación del
tiempo utilizado y los momentos vividos para lograr triunfar, cada cual; es un método
inhumano que tritura cuerpos, pero que, aun así, preferimos pasar por
ignorantes de nuestro papel en él.
Por lo que, en el fondo, todo
en la vida se circunscribe a una guerra, eterna y destructiva, entre el bien y
el mal individual, que se libra en los silenciosos y oscuros recodos de las
mentes personales, donde por desgracia somos jóvenes para siempre, y en donde
cada cual elige una imagen general del mundo que le rodea, la que casi siempre
es la más mala y negativa que ha vivido, la que después generaliza y lo ha de perseguir
hasta la muerte, en sus recuerdos terrenales.
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