sábado, 1 de abril de 2017

VIVIENDO DE QUIMERAS

VIVIENDO DE QUIMERAS



Si solo nos basáramos en las palabras con que se describen las buenas intenciones de los gobiernos y personas, la realidad del mundo y de la humanidad serían distintas. Basta con leer cualquier declaración de algún político, empresario o dirigente para pensar, o creer, que lograron cumplir con las expectativas de todos, cuando en realidad no han pasado de decir verdades relativas, o mentiras camufladas con medias verdades, que luego son amparadas con miles de decretos, normas o leyes, que hoy en día se expiden por montones, como panfletos para un espectáculo, que después se exhiben en los salones de los congresos del mundo como grandes logros o trofeos, cuando en la práctica no se aplican ni se usan. 
                                                                                                                    
Esto lo digo después de leer un artículo que escribe el ministro del Medio Ambiente de Colombia, señor Luis Gilberto Murillo, quien para llamar la atención y resaltar su gestión hace un recuento de las decisiones tomadas por el gobierno al que representa en pro de la protección ambiental, manifestando que hemos llegado a las 24 millones de hectáreas protegidas, y que al finalizar este gobierno serán 26 millones, cuando cualquiera que analiza lo que dice sabría deducir que eso que dice no pasa de ser una simple quimera.
Invito a cualquier colombiano o colombiana a que suban a los páramos de Colombia, como el del Purace en el Cauca, por ejemplo, o el mencionado Santurban en Santander, o cualquier otro, para que constaten físicamente que lo que dice el ministro riñe con la realidad, pues allí en esos páramos, o en esas millones de hectáreas protegidas, se pueden encontrar todo tipo de actividades de índole económicas, como agrícolas, ganaderas, mineras, turísticas y hasta explotaciones industriales utilizando el agua pura de los páramos como negocio para ser embotellada y vendida.
Menciona este ministro varias acciones desarrolladas por el gobierno, tendientes a la protección de los páramos, de los parques naturales, de las reservas y de los recursos naturales en general, recalcando en él la disminución del promedio de deforestación en el país, a un terrorífico 56%, como si ello fuera un gran logro, como también comenta la infinidad de reformas que se han hecho a varias de las instituciones y dependencias encargadas de velar por la protección del medio ambiente, tratando de exhibir esos esfuerzos como grandes objetivos alcanzados, matizando con estos hechos que aquí creemos que con tener solamente la intención es suficiente para que la realidad se concrete, convirtiendo las expectativas en hechos.

Mientras resumen sus acciones estos personajes, todas las cuencas hidrográficas de nuestros ríos están afectadas o arrasadas, con ríos que en invierno se desbordan y arrastran lo poco que les queda de suelos en sus orillas y que en verano son cauces secos, igualmente, mientras tanto, nuestras cordilleras y montañas están deforestadas y erosionadas, nuestras grandes ciudades se debaten o se ahogan en la contaminación, o están tremendamente polucionadas, con la población en general desorientada y desanimada, porque más allá de las buenas intenciones que tengamos, si éstas no van acompañadas de verdad, cada día nos enfrentaremos a sucesos que chocan, por la calamidad que provocan, con la realidad que vivimos.

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