sábado, 8 de abril de 2017

DE UNOS ÁRBOLES A UN CHAPULÍN ¿Y AHORA QUIEN PODRÁ DEFENDERNOS ENTRE TANTA INSENSATEZ?

DE UNOS ÁRBOLES A UN CHAPULÍN ¿Y AHORA QUIEN PODRÁ DEFENDERNOS ENTRE TANTA INSENSATEZ?

¿Qué tipo de desastres ambientales tienen que pasar en el mundo para que la protección del medio ambiente se vuelva una prioridad para todos los seres vivos?                                 ¿Cuántos desastres naturales tenemos que experimentar, y en donde, para cambiar nuestra forma de vivir?                                                                                                       
¿Es acaso la sobre-explotación de los recursos naturales y ambientales la única manera de producción humana, cuando actualmente poseemos el conocimiento y los recursos para proceder y actuar de otra manera?                                                                               
¿Podrá la raza humana tener el poder general para controlar una visión individual, la de algunos cuantos seres, que se imponen ante su futuro?                                                          
¿Cuándo le daremos a los arboles la importancia debida, en un mundo donde todos saben que son ellos los que realmente regulan los ciclos más importantes para todos los demás seres vivos, como son los ciclos del oxígeno, el hidrógeno o el carbono?, para mencionar solo tres de los muchos otros ciclos que afectan directamente, ellos que son los seres vivos más importantes para la vida, pero que no se pueden expresar, y donde los que queremos protegerlos no tenemos el poder para defenderlos.                                                                   ¿Hasta cuándo, la vida en general, será secundaria de la rentabilidad?

Estas son solo algunas de las muchas preguntas que vienen rondando, desde hace mucho tiempo, en la mente de todas las personas, de aquellas que pueden analizar y sentir lo que está pasando, no solo aquí en Colombia, sino en el mundo entero, ante las evidencias físicas de una destrucción acelerada y constante de nuestros entornos, por la explotación sin control de sus recursos naturales, donde son tantas las evidencias, que asustan; como los cambios bruscos en el clima, y con ellos su efecto directo en la disposición del agua dulce, o el aumento exagerado de las temperaturas y de la contaminación, o la desertificación de los suelos, o la desaparición permanente de muchas especies, que cualquiera hoy puede notar lo que está pasando con solo haber vivido unos cuantos años, con los que puede hacer comparaciones con los años anteriores, porque hoy los cambios ambientales son tan rápidos o veloces, que no dan tregua, ni siquiera a una generación para digerirlos ni mucho menos para controlarlos.                                        

Son tan claras y graves las señales de los desastres ambientales que se avecinan en nuestro pequeño mundo, pero tan ignoradas o invisibilizadas por los grandes capitales que lo explotan, que pareciera un asunto sin solución y de resignación general, hasta un extremo peligroso, porque estamos mirando hacia afuera del planeta como la única salvación de todos nuestros problemas, desechando como solución la recuperación de la Tierra, aun sabiendo que con ello también estamos ignorando y condenando la opinión o el querer de las otras especies, haciendo mucho más peligrosa ésta actitud, pues en el fondo todos sabemos que la única solución posible que tenemos, por ahora, es salvar a nuestra Tierra, pero resulta que con la insensatez permanente en que vivimos estamos confundiendo realidad con ideal, porque puede ser posible que entre nuestras tantas utopías por realizar, se dé que en 200 o 2.000 años ésta la estemos alcanzando, haciendo reales esos vuelos a otros mundos, pero por ahora no estamos comprendiendo que eso no es real, ni ahora, ni ya.

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