sábado, 29 de abril de 2017

BUSCANDO EL DESTINO POR EL CAMINO EQUIVOCADO



BUSCANDO EL DESTINO POR EL CAMINO EQUIVOCADO


Una sociedad, como la nuestra, acostumbrada desde hace mucho tiempo a la ilegalidad, y a la justificación de la misma, le va a ser muy difícil entrar al orden social y al control del delito, y de la corrupción, ya que tenemos la ilegalidad como una característica intrínseca en cada quien, ya que se nota o se encuentra en cualquier acto, racional o no, de cualquier colombiano(a), por lo que se ha convertido en una impronta nacional, hasta el extremo que entre nosotros la viveza y el engaño son señales de una persona inteligente y avispada.          
Ésta se vive y se siente a diario en todas partes, por ejemplo, si alguien ve que a una persona se le cae algo de valor, para la mayoría, la alternativa no es darle aviso a esa persona que está sufriendo el accidente, no señoras ni señores, eso sería una real estupidez, la serio y lo lógico en Colombia, es lograr llegar rápido hasta donde cayó la joya o el dinero, para esconderlos, ya sea parándose sobre el objeto, pateándolo para que se pierda de vista o recogiéndolo, según sea el caso que mejor lo beneficie, para al final hacerse a esa “papaya” que se le aparece en su camino.
Somos individuos irresponsables por antonomasia, por eso matar, robar, mentir, engañar, incumplir, sustituir, cambiar, temer, en otras palabras, delinquir, son palabras intrascendentes y verbos que no conjugamos con nada, por lo que aquí esos temas no son problemas graves para nadie, pues si lo hace desde el presidente hasta el más pobre mendigo, por algo será.
Solo es reparar en las cifras de afectados, y en el número de sucesos que han ocurrido, para detallar la envergadura del problema en el que estamos, más de 400.000 muertos y más de 7 millones de afectados en los últimos cincuenta años, y según algunos no tenemos ningún conflicto; con una clase dirigente sin reglas morales ni éticas, administrando el erario público como si fuera solo para ellos, y a los demás eso no nos preocupa demasiado; inmersos en un submundo, donde las drogas ilegales dominan el escenario económico, cultural y social, con algunos importantes dirigentes amparados en ese oscuro poder, los que luego terminan creyéndose los dueños de la moral y la decencia mundial, sin que eso nos dé escalofríos; igualmente  conviviendo con una justicia inoperante para los asuntos importantes y despiadada con lo insignificante, mientras tanto, toda la sociedad, acostumbrada a estas reglas de juego, por lo que vive anestesiada con su laxa realidad, por lo tanto hemos aprendido, como ciudadanos, a coexistir con una autoridad en connivencia con el poder.
Ante esta cruda realidad, en nuestro subconsciente, hemos aceptado vivir en una especie de anarquía general, impulsándonos a ser autónomos de nuestro propio desarrollo, pero ajenos a lo que pase con el Estado, y con los gobiernos de turno, dejándoles así el camino libre a unas cuantas familias, o clanes familiares, que algunos llaman incluso partidos políticos, que por este comportamiento de la sociedad se han apoderado de todas sus actividades y beneficios, impidiendo con esto que el bienestar social de un Estado de Derechos pueda llegar hasta el último de sus habitantes.
Tal vez esta visión personal sea algo exagerada para muchos, pero he llegado a viejo ilusionado en que en algún momento de mi vida las cosas iban a cambiar, y, por el contrario, cada día somos más y los dueños del poder, son menos, promoviendo con eso la injusticia social, y poniendo en riesgo con ello cualquier tipo de democracia.



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