¡NO
SON LOS SISTEMAS LOS QUE FALLAN, SON LOS INDIVIDUOS!
Desconcierta que la humanidad, imaginándola como un ente
que se desarrolla, piensa y siente, no sea consciente, a estas alturas de su historia
y de su proceso de evolución, del engaño al que viene siendo sometida por las
fuerzas del mercado, las famosas fuerzas oscuras de la sociedad, de la que
tanto han hablados muchos políticos o líderes; quienes con el poderío económico
que tienen inciden, y hasta los crean, en la mayoría de los partidos políticos,
que aparentan ser fuerzas sociales que luchan por su desarrollo, pero que en el
fondo solo son los tentáculos con los que actúan éstas, a través de sus
representantes políticos, donde luego, muchos de ellos, quedan registrados en
la historia de las naciones como grandes líderes de su momento, para después,
con el paso del tiempo, demostrarse que solo eran unas marionetas de poderes específicos
detrás de objetivos económicos.
Por
eso no queda de más repetir lo que ya dijo en su momento el escritor Gustavo
Flaubert, autor de Madame Bovary, “La humanidad es como es; no se trata de
cambiarla, sino de conocerla”.
Ya que, además, no deja de ser
tremendamente paradójico que, en estos momentos de máximos conocimientos, la
humanidad esté actuando como si no estuviera consciente de lo que hace ni de lo
que pasa con ella, siendo que es cada vez más evidente, con la destrucción del
medioambiente, que la están llevando derecho a un matadero general y
generacional.
“Nosotros
somos nuestro peor enemigo; nada puede destruir a la humanidad, excepto la humanidad
misma”, decía el filósofo jesuita Pierre Teilhard de Chardin a principios del
siglo pasado, haciendo referencia a una actitud casi suicida del hombre ante su
destino.
Traigo a colación estas frases famosas, para esgrimirlas
como parte del argumento que están utilizando las miles de campañas que, a
nivel mundial, vienen ejerciendo como fuerzas de derecha contra los poderes o
responsabilidades sociales de los Estados para con sus ciudadanos, a quienes
estamos viendo atacar con saña y con rabia las políticas que propenden por el
bienestar de los individuos. Los estamos viendo, actualmente, irse lanza en
ristre contra la prestación de los servicios públicos como función del Estado, igual
contra la universalización de los sistemas de educación, transporte y salud públicas,
como si no fueran avances y logros alcanzados por la humanidad con muchos
esfuerzos y muertos de por medio, utilizando para ello argumentos deleznables, como
mentiras maquilladas de escándalos personales, verdades a medias y ocultamiento
de realidades, las que están siendo utilizadas, sin escrúpulos, desde el Centro
Democrático en Colombia, desde cuando estuvieron en el poder, o como el caso de
Trump en Estados Unidos, o los conservadores en Inglaterra, o los distintos
intentos de otros partidos en otras democracias; porque como bien lo decía otro
gran escritor como Anatole France, “sin mentiras la humanidad moriría de
desesperación y aburrimiento”.
Porque no son las teorías ni las filosofías las que hacen fallidas
las naciones, no son ni el capitalismo, socialismo, comunismo, ni el conservadurismo,
o liberalismo, o como queramos denominar los movimientos políticos, los que
fallan; fallan son los individuos, aquellos que no comprenden que mientras
insistan en ignorar la generalidad a la que pertenecemos todos, nos están
condenando a los demás.
“No se puede negar que la
humanidad está progresando, hoy solo queman mis libros, siglos atrás me
hubieran quemado a mí”, así se expresaba Sigmund Freud, con cierta sorna, para
decir lo que pensaba del avance mental de la humanidad ante su propio futuro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario