UNA
MIRADA A UNA LOBERA HUMANA
Todas las noches, al final de cada dura jornada, y cuando
llegan a sus guaridas, los hombres como lobos, pues cada hombre porta un lobo en
su gabán, sacan sus cabezas y se lamen las heridas que les dejo ese día; así es
la rutina de sus vidas cada día en cada anochecer.
Si están solos, no hay problemas, cada cual asume como suya
la cruda realidad, la aceptan en silencio mientras van cayendo en el sopor de
un sueño reparador, pero si están acompañados si los hay, ya que intentan
repartirlos, al compartirlos con las lobas compañeras, las que los esperan en
las loberas, ansiosas por las posibles presas cazadas ese día y de ser partícipes
con su verdad.
Pululan entonces los ladridos en las oscuras noches, de
cada guarida sale el ruido de esos lamentos, son aullidos fuertes que
lentamente van calmando a una sociedad de lobos harapientos, los que hambrientos
se van calmando entre ellos, aguardando un nuevo amanecer para emprender con él
la misma función en otro día más.
______________________________________________________________
No hay comentarios.:
Publicar un comentario