domingo, 19 de marzo de 2017

UNA MIRADA A UNA LOBERA HUMANA

UNA MIRADA A UNA LOBERA HUMANA


Todas las noches, al final de cada dura jornada, y cuando llegan a sus guaridas, los hombres como lobos, pues cada hombre porta un lobo en su gabán, sacan sus cabezas y se lamen las heridas que les dejo ese día; así es la rutina de sus vidas cada día en cada anochecer.

Si están solos, no hay problemas, cada cual asume como suya la cruda realidad, la aceptan en silencio mientras van cayendo en el sopor de un sueño reparador, pero si están acompañados si los hay, ya que intentan repartirlos, al compartirlos con las lobas compañeras, las que los esperan en las loberas, ansiosas por las posibles presas cazadas ese día y de ser partícipes con su verdad.

Pululan entonces los ladridos en las oscuras noches, de cada guarida sale el ruido de esos lamentos, son aullidos fuertes que lentamente van calmando a una sociedad de lobos harapientos, los que hambrientos se van calmando entre ellos, aguardando un nuevo amanecer para emprender con él la misma función en otro día más.

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