lunes, 13 de marzo de 2017

A LAS PROMESAS INCUMPLIDAS

A LAS PROMESAS INCUMPLIDAS


Óyeme mujer, que mi corazón late es por ti, no te puedes escudar en la rutina de hoy para argumentar que no hay pasión en una relación que desde ayer ha estado basada en el amor; la monotonía de la vida no es una falta de pasión, es tan solo una pequeña cuota que pagar por el amor más puro y duro en una relación, que es dual.

Ya sabemos que, en el desgaste de los cuerpos cansados, junto a las canas y las arrugas, muchas veces va marcado el rumbo de las ilusiones que aún quedan pendientes por lograr en un hogar, de esa larga lista que un día confiadamente se escriben las personas sobre las pieles sensibles, esperanzadas en las promesas de una unión que es física y mental, con lo sexual entreverado entre ese amor y la rutina, por lo que el simple hecho que no se hayan cumplido todas, no es motivo suficiente para dudar de un porvenir que es compartido.

Por eso te digo amada mía que la manera diferente de ver las cosas nos ha permitido, hasta ahora, poder convivir con cierta gracia, lo que nos hace falta es contemporizar nuestros espíritus para que en las mentes la fuente de nuestra felicidad seamos nosotros mismos, sin mirar para atrás ni pensar en los demás.

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