BUSCANDO EN LA NADA LA
RAZÓN DEL COSMOS
En cualquier
lugar del globo terráqueo, hoy, reverberan todo el tiempo, en la sangre de los
humanos, oscuras pasiones, por montones, son arteras emociones, que están tan
arraigadas en nuestros genes, que nos enceguecen como fieras a cada momento y
en todo lugar, tanto así que en los rostros de casi todas las personas, son
permanentes las muecas con las que se dibujan odiosas intenciones, que en los
ojos de algunos se transforman como en rayos con misiles, con los que intentan
destrozar, con esas miradas, todo a la redonda.
Nadie racional,
en este mundo irracional, dice nada cuerdo, cuando hay que decir algo con
sentido, por eso dicen que las palabras sobran para hablar cuando la razón se
escuda en el odio a los demás.
Los mutismos
humanos son segundos de un silencio sepulcral que lo envuelve todo por igual,
parecen una eternidad, hasta que el más osado de algún grupo humano da el primer
paso en otro lado, el que nunca ha faltado para encender el fuego que hace
arder el actual infierno terrenal.
Esta es una historia
que se repite por doquier, ya que, disgregados los humanos, siempre imperara la
ley del más violento y del más fuerte, no la del más inteligente, por lo que después
de exponer esto, no hace falta explicar nada más, las consecuencias de estos
actos son las reacciones en cadena que se han expandido por el cosmos, no
importando la conciencia de nadie, pues el tiempo, con la paciencia que lo
caracteriza, se ha ido adueñando de la nada universal, que es ese lugar oscuro
y extraño a donde el humano se ha querido ir a incrustar.
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