domingo, 5 de marzo de 2017

A UNA NUEVA RELIGIÓN

A UNA NUEVA RELIGIÓN


Todos los días, cada cual, con su vieja camándula en la mano, unos extraños monjes de una nueva religión, en cofradía en su nuevo templo, pasan entre los dedos, con insistencia y obsesión, las cuentas de sus rosarios viejos después de rezar en cadena cada oración.

Recitan éstos esas oraciones con una fuerza desmedida y a toda voz, para que todo el mundo alrededor las tenga que escuchar; pues con ellas lo que pretenden ellos es poner en evidencia que esas cuentas no son unas simples pepitas grises, puesto que para ellos éstas representan la obsesión por el perdón de todos los humanos, que ahora con tanto ardor pregonan por el mundo, donde aseguran que esas cuentas están hechas con madera bendita, dicen que de un noble roble, representando cada una a cada pecador.

Aunque están bastante desgastadas, después de tanto manoseo, porque las han sobado contra sus dedos a cada rato, cuando concentrados permanecen arrodillados ante la imagen sagrada del dios en el que creen, a quien le piden con paciencia todos los días, con una insistencia desbordada, para que les conceda el perdón solicitado, al sobar las cuentas, para las miles de indulgencias requeridas por los millones de pecadores que hay en el mundo.

Mientras que lo hacen, el tiempo transcurre monótono a sus alrededores sin prestarles ni ponerles atención, esperando el final de aquel acto farisaico; por eso, cuando éste termina, el silencio cómplice del actual estropicio vuelve y lo envuelve todo.

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