lunes, 14 de noviembre de 2016

UN SORDOMUDO Y UN CIEGO EN EL INFIERNO HUMANO

UN SORDOMUDO Y UN CIEGO EN EL INFIERNO HUMANO

¿Cuánto hay de cierto en el intento sencillo y personal de entender al universo, o cuan inciertas son las maneras de ser cuerdos en este mundo, cuando estamos rodeados, por todos lados, de imbéciles recuerdos?, esas fueron las preguntas con que se inició la charla entre un sordomudo y un ciego, tan pronto estos llegaron, al mismo tiempo, al infierno, sin saber por qué.                                                                                                                                                      

No entendieron, en ese momento, por qué en las manos de uno estaban los ojos del otro, mientras que, con la imaginación, ambos, desencadenaban razones confusas e ideas borrosas para poder dilucidar, en ese instante, y en ese intento, quien era quien o cual no era; porque es allí, en ese lugar inventado por algunos, donde las personas, como ellos, pueden ser sin saber, y lo son para desgracia de los demás, espantos vivientes.                                                                                                                                                                        
Es un sitio donde sin querer se da el encuentro de los mundos solitarios con las imágenes colectivas de este mundo loco, es el nicho donde nace la confusión que nos embarga como raza, tanto es así, que de ese dialogo entre el ciego y el sordo, nació después la melodía, desentonada y fofa, que se escucha hoy hasta en los confines del espacio, ese espacio muerto donde hoy en día los humanos aprendimos a enterrar nuestros huesos o los quemamos por costumbres primitivas, convirtiendo en simples cenizas los recuerdos de los que pasaron antes que nosotros, sin  prestarle atención ni darle importancia a esas experiencias ajenas, muy distintas a las actuales vivencias, donde con terror nadie es importante y con horror sabemos que no somos trascendentes.


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