AQUELLAS VIEJAS HISTORIAS
Entre los más perversos inventos humanos, hasta ahora, está
la historia, ya sea esta individual o universal, pues con ella nos hemos enseñado
a maquillar la realidad, con una recopilación amañada de sucesos indecentes que
creemos muy decentes, pero que con ellos y en el tiempo, hemos aprendido a matizar
de incultura a la cultura y de civilización a las masacres.
Han sido vidas personales que hemos
creído especiales, cuando en la cruda realidad son simple y llanamente unos mortales
miserables, que precisamente son aquellos que han ido transformando lo que era
un paraíso en este infierno, en el que nos consumimos llenos de temores y de miedos,
pues con las decisiones egoístas y
simplistas de esos prohombres, impuestas a sangre y fuego con el hierro
ardiente de las injusticias, hemos dejado derruida la hoy sangrante piel de este
planeta.
Ante esto, el conocimiento, que no es
razón ni tampoco solución a estos problemas generales, pero si es la
explicación que se le esconde al solitario, para que cada uno en nuestros
pequeños mundos y con cada nuevo amanecer, sin él, encontremos en las mentiras
más justificaciones que nuestras propias vidas.
Por
eso dicen que le hemos entregado la Tierra a los dioses, los que aquellos también
se inventaron, para que con ellos asolemos de muerte los sueños universales, y
a la vez, con ellos mismos, podamos ir frustrando de antemano la ilusión y la
esperanza de una vida placentera para toda la humanidad.
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