viernes, 18 de noviembre de 2016

EXTRAÑO PAROXISMO

EXTRAÑO PAROXISMO

Cierto día, desde la cima de una extraña montaña; la que siempre permanecía cubierta por nubes cargadas de pasiones extremas; una hermosa y solitaria mujer miraba a un hombre desvalido, ya algo viejo, calvo y más gordo que un tonel, quien creyéndose oculto en la maraña del incipiente bosque y a la vez sintiéndose solo y en libertad, tras un árbol, de improviso comenzó a masturbarse con saña y con placer.                                                                                                         
Ella emocionada por toparse con semejante espectáculo, repentino y privado, se palpó su vulva inflamada, conturbada al no entender por qué, también se masturbó, pero mientras lo hacía, perdió de vista a ese hombre que en su propio paroxismo gritaba al tiempo que ella eyaculaba.                                 
Fue por eso, más tarde, cuando ambos se encontraron, por azar, en la plaza principal de la ciudad, qué, al cruzarse las miradas, descubrieron que ya se conocían.                                                                                                            
Es desde ese instante que ella encara los sentimientos de él en el preciso momento que él comienza a conocer el placer de ella, es desde allí entonces, cuando la soledad de ambos se encuentra cada noche en que se esconden del amor.


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