viernes, 4 de noviembre de 2016

RECORDANDO LA LECCIÓN QUE ME TIENE CONTIGO

RECORDANDO LA LECCIÓN QUE ME TIENE CONTIGO


Cuando la vi por primera vez, me emocioné hasta más no poder, pues pensé que ella era para mí, y por eso la recibí como el enigma aclarado, como el misterio revelado, o una razón valedera de existir para alguien y por algo.                                                                                                                                                              
Sin embargo, con el tiempo, luego descubrí que me había equivocado, que ella solo vivía para sí, pues en su visión del resto del mundo, los demás éramos como un hueco profundo, un abismo de sentimientos malolientes que no le gustaba enfrentar ni comprender,  a los que arrojaba, con desprecio en cada amanecer, cuando escapaba, los sobrados que le quedaban después de cada faena de caza, que era como ella definía cada relación que tenía.                                                                                                                                                                   Por eso, cuando al final la pude conocer, me fue muy triste comprobar que, entre esos desperdicios, de los que había arrojado en aquel basurero, la mayoría eran míos y hacían parte de mis mejores recuerdos de vida.                                                                                                                         

Después de esta relación, me quedó una gran lección, y es por lo que aun estimo a aquella mujer, pues me enseñó crudamente que para amar no se puede entregar al corazón con la primera emoción ni en el primer intento, que la ilusión de vida debe ser recíproca, pues debe ser la llave que abra la pasión de una relación de dos, en donde el amor sea sinónimo de verdad y la libertad se base en engranar los cuerpos y las mentes, para estar juntos en cada atardecer, y al amanecer sea como la primera vez, como ahora lo hago contigo.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario