VIVIENDO EN EL HUERTO
Las manzanas podridas
que caen permanentemente desde los árboles torcidos
son recogidas, a
diario, por los niños que se arriman a ellos buscando sus cobijos,
alimentando después su
ambición bajo sus sombras,
aun sabiendo de su lamentable
condición,
esparciendo por el
resto de la sociedad, tras sus excrementos, sus semillas,
que indulgente los perdona
y los anima a seguir comiéndoselas.
Las bacterias que
pudren esos frutos caídos,
terminan siendo la
fuente principal de una descomposición social,
con la que enmarañan
las ilusiones perdidas
de una población que simplemente
es engañada,
para obtener de su
desesperanza la cosecha que alimenta a los corruptos.
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