LA LENTA REACCIÓN DE LOS RÁPIDOS MÁS FURIOSOS
Lentos, como caracoles, aspiramos
reaccionarle al tiempo que nos queda,
instantes antes que cada
quien esté próximo a cumplir su ciclo vital,
dando entonces, ahí sí, señales
de querer un cambio general,
en cuanto el final, con la
muerte personal, puede hacer su entrada triunfal,
frente a la vista de todos
los demás.
En tal caso, rápidos y
furiosos, nos lamentamos dentro del pequeño espacio transformado,
mientras aguardamos nuestra
ocasión individual, intentando asestar el golpe definitivo,
aquel preciso momento que
existe en cada acto, en el que suponemos qué es la eternidad,
ya que la oportunidad que
tiene el vivo, se iguala a la improcedencia que exhibe,
una vez perdida la ocasión
personal de ayudar al cambio total.
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