¿TENDREMOS OTRO AÑO
IGUAL A LOS DEMÁS?
No pretendo hacer un
listado más de la cantidad de promesas que permanentemente escuchamos, pero en Colombia
iniciamos este año tal cual terminó el otro, o sea volviendo y haciendo continuo
un consecutivo atemporal, pero que nos ha sido impuesto con el correr del
tiempo, en cuanto que nos mantenemos viviendo entre mentiras y engaños, sin
importarnos lo más mínimo de donde provengan estas y estos, pues pueden salir
de las bocas de los mismísimos congresistas, provenir directamente de labios de
nuestro presidente, o desde los pulpitos de las iglesias, a partir de lo que informan
las industrias, de los partidos políticos, incluso de los mismos centros
educativos, supuestamente constituidos históricamente para enseñar la ética individual
y pública; actuando, y siendo, entonces una ciudadanía que choca
permanentemente contra su propia realidad, la que está siendo impuesta por nuestra
clase política y dirigencial, donde apenas, como individuos, cumplimos el papel de idiotas útiles, ya que
éstos llevan bastante tiempo convencidos, y empoderados, sobre el papel que
cumplen, para ellos, las instituciones del Estado, como igual su erario, utilizando
las necesidades generales como la principal fuente de todos sus ingresos,
contando qué, como sociedad, nos acostumbramos a actuar con total indiferencia
e indolencia ante sus actos inmorales, desechando de paso la única, la mayor y
la mejor alternativa que disponemos, la de unirnos, ajenos a nuestras creencias
políticas y religiosas, para así poder hacer control fiscal, pudiendo incluso alcanzar,
con esto, lograr evitar los efectos de una corrupción avasallante, que aquellos
nos han impuesto como normalidad social.
Siendo un país demasiado
rico en recursos, naturales y humanos, estamos completamente convencidos de ser
pobres, física y mentalmente, lo que necesariamente nos transforma en seres patológicamente
inútiles e incapaces para combatir los males que tanto nos aquejan. ¿Será
posible, bajo estas condiciones, algún día, revertir estas tendencias? ¿Aunque
sabemos que estamos en manos, y en poder, de unas clases dirigentes mentirosas
e inmorales, tendremos la capacidad de elegir personajes diferentes? ¿O será,
más bien, que estamos inmersos en una realidad imposible de cambiar, y por
tanto condenados a padecerla eternamente?
A cada uno de los
colombianos nos corresponde contestar estas cuestiones, para intentar encontrar
otro camino, ojalá distinto al rumbo que tenemos, casi signado por nuestro
destino comunal.
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