LA
CALMA CHICHA DE UNA PESADILLA
Soplan
vientos sobre el firmamento de un planeta sin sustento,
a su
paso remueven las memorias de los millones que ya han muerto,
aquellos
tontos que como moscan cayeron, porque creyeron,
son
tantos que ni el tiempo tiene tiempo de contarlos,
quienes
buscaban, en su desesperación y angustia personal,
el camino
comunal que nadie quiso construir.
Cada
generación que nace corre detrás de la que le antecedió,
intentando
alcanzar las ilusiones que les fueron pintadas en su horizonte,
sin reconocer
que eran los sueños de unos pocos locos,
las
cuales, al acercarse a ellos,
como
espejismos desaparecen, dejándoles vacías, llenas de nada.
Hoy nos
encontramos ante el cénit de la mayor insensatez universal,
pues estamos
viendo a una especie, la humana,
despilfarrando
su mejor momento,
mientras
siente la calma chicha que antecede a todo final,
haciendo
entonces trizas todo lo que se encuentra en su recorrido,
supuestamente
para pavimentar su destino,
el cual
simplemente se desprende, para caer a un vacío,
aquí
donde ha pretendido edificar esos sueños, que resultan pesadillas.
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