SOMOS EL REVERSO DE
UN ANVERSO MOLECULAR
Nuestra carne, la
esencia de lo que físicamente somos,
se encuentra amarrada
a los huesos de un esqueleto,
cual armazón de una
estructura orgánica, impidiendo que las neuronas,
atrapadas dentro del
cráneo en el cerebro,
incidan en las ideas
y se creen los conceptos más perversos,
produciendo impulsos
eléctricos, tras cortos circuitos permanentes,
haciendo que la
razón choque contra el sentido común,
de una especie que
suponen existir sintiéndose ajena a las tramas de la vida.
Siendo así, obligatoriamente
la naturaleza nos castiga,
condenándonos a
vivir alejados de las leyes que dominan al universo,
forzándonos a viajar
por el reverso del camino anverso,
lo cual,
necesariamente tiene que concluir en el momento actual,
donde estamos en un
mismo punto de partida,
conduciéndonos hacia
el final que tiene toda vida molecular,
cuando es virtual
la presencia de unos pensamientos hechos a destiempo.
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