martes, 18 de junio de 2019

EL DÍA QUE ESCUCHÉ AL ÚLTIMO ÁRBOL DE UN CAÑAL


EL DÍA QUE ESCUCHÉ AL ÚLTIMO ÁRBOL DE UN CAÑAL

Cierto día, caminando por un campo asolado por un gran cultivo de caña,
me tope con un único árbol en kilómetros a la redonda,
quien solitario daba sombra en un extremo del cañal,
y aunque aún hoy no creo que haya podido ser real, mentalmente me habló.

Ustedes los humanos ya no pueden razonar ni tampoco saben esperar, dijo,
la riqueza material y el albur del dinero los ha hecho un ser letal,
y el egoísmo, la usura y la avaricia los ha vuelto más mortal,
nos podan, nos talan, nos arrasan por querernos transformar en objetos,
o en basura, o en sustancias que les den placer y hogar,
sin que capten ni se enteren que lo están haciendo mal.

No han querido, o no han podido, comprender que somos los únicos seres vivos,
sobre todo este planeta, donde podemos y sabemos respirar el veneno
que ustedes y otros seres expelen y generan,
convirtiéndolo en oxígeno, en vapor húmedo, en nubes, agua y mucho más,
rematando, y al hacerlo se condenan con nosotros, y los hace irracional,
son mucho peor que las plagas y enfermedades, que nos acosan por millares.

Cuando pensaba que todo aquello era una locura pasajera,
o que quizás soñaba estando despierto,
aparecieron varios hombres armados, con guadañas y motosierras,
haciéndome salir de aquel terreno, pues pertenecía a un ingenio poderoso,
entonces, ya alejándome, alcancé a escuchar los gritos de pánico y dolor
que aquel árbol producía mientras lo cortaban en pedazos.
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