PECADORES
Y A LA VEZ SEPULTUREROS DE NOSOTROS MISMOS
Señalados como meros pecadores, los seres humanos parecemos
signados,
y hasta untados por la convicción de serlo,
construyendo en nuestras almas, personales castillos con
mazmorras,
para en ellas enterrar nuestros más íntimos temores.
Así es qué, hoy vivimos pendientes de lo que digan los
otros,
muchos más de lo que ocurra con nosotros,
sepultando las esperanzas de una raza especial,
que se extingue ante nuestros propios ojos,
especialmente por una simple razón, la de no saber existir reunida,
ni junto al poder, al ser el mismo poder, de esas enterradas
esperanzas.
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