ENTRE ÍDOLOS Y SUEÑOS
Como cualquier mala madre, de las que se inyectan drogas cuando
paren, la Tierra expulsa al mundo, por su vientre hinchado y violado, tantos hijos
como ratas, sin amarlos ni juzgarlos.
Derruida por los vicios, desnuda sus pechos para que de
ellos mamen los desechos humanos que la hieren mientras nacen, ya que no le
importa que sean los mismos que le reclamaran después la calma que perdieron
cuando nacieron.
Es así como, en continuas procesiones, millones de esos seres
se aglomeran alrededor de estatuas, los iconos de sus falsos dioses, orando por
los milagros que pidieron cuando perdieron la inocencia de los sueños.
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