AÚN SEGUIMOS SIENDO SIERVOS DE LA GLEBA
Sustentada en sentimientos, y en
hechos de extrema violencia,
y en la indecencia con que proclama
su inclemencia,
la humanidad expande por la Tierra su
indolencia,
pisoteando el dolor ajeno, para quejarnos
después de nuestra impotencia,
y así buscar en la muerte del otro nuestra
indulgencia,
recitando responsos, y en coro,
proclamando nuestra potencia
ante los hechos que impulsamos sin
decencia.
En largas procesiones de dolientes,
cual rebaños de impotentes,
la mayoría de los seres humanos nos
hemos convertido
en trashumantes de nuestro propio mundo,
y como siervos de la gleba, estamos sufriendo
el dolor de la sumisión
la cual debemos pagar ante la ausencia
de tierra, valor y convicción,
ignorantes de nuestra condición, y sin
poder ni saber reclamar lo que nos pertenece.
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