PARA GOBERNAR A COLOMBIA SE NECESITA
SER NEUTRAL
Sin poder desconocer la
injerencia que en el pasado tuvo Cuba en los intentos de desestabilizar las
supuestas, e incipientes, democracias capitalistas de Suramérica, incluida
Colombia, ello no se puede confundir con los esfuerzos que la misma Cuba realizó
en las negociaciones de un proceso político, para intentar alcanzar la paz con
uno de los grupos guerrilleros más icónicos del mundo, y en nuestro país, como
en ese momento eran las FARC.
Por eso se debe criticar,
y rechazar tajantemente, la posición que ha venido tomando el gobierno
colombiano en funciones con aquel país, a raíz de la cancelación del proceso de
negociación con otro de los grupos guerrilleros insignes de aquella nefasta actividad
en nuestro país, el ELN, a causa del inaceptable y absurdo atentado que cometieron
contra la escuela de formación de la policía nacional; y a partir de ese
momento tildándolos de alcahuetas y patrocinadores del terrorismo, al mismo
tiempo que se fue plegando, y apoyando, la decisión del actual gobierno norteamericano
de querer castigar y bloquear al gobierno cubano, argumentando que, por no
entregar a los negociadores de ese grupo terrorista, los cuales se encontraban
en su territorio debido a un proceso de negociación que se estaba realizando
con ellos, se transformaron de buenas a primeras en aliados de los terroristas,
cuando es bastante conocido que desde la década de los años noventa el régimen
cubano cambio de posición ideológica al respecto, de allí que se aceptaran sus
buenos oficios para desarrollar en su territorio las citadas negociaciones con
los grupos guerrilleros colombianos, que a la vez confiaban en dicha intermediación.
Aceptar la posición
asumida por nuestro gobierno, es tirar por la borda de las negociaciones diplomáticas
internacionales, las llaves que abren las alternativas futuras de próximas negociaciones,
que aún se van a requerir, toda vez que el conflicto con ese grupo violento persiste,
y es por eso que se le insiste a sus representantes que no deben quedarse
amarrados a posiciones inamovibles, y mucho menos cuando ellas vienen siendo
promovidas por un gobierno externo, y por lo general ajeno a los intereses
internos de Colombia, por más buenas y viejas relaciones que tengamos con
ellos, haciendo referencia al gobierno norteamericano, y mucho más cuando en
las elecciones de noviembre, en ese país, se puede presentar la posibilidad de
un cambio de gobernante, y de tendencia política, dejando al nuestro en una incómoda
posición diplomática, política y argumentativa.
Sabemos que nuestro gobierno
viene siendo azuzado por unos dirigentes de un movimiento político bastante reaccionario
a todo lo que huela a comunismo, o con
izquierdismo, al extremo que los propios fundamentos del liberalismo, y al mismo
socialismo, los tildan y maquillan de lo mismo, lo que hace difícil encontrar
caminos más neutrales, o menos obsesivos con esas posiciones monolíticas y cerradas,
las que hacen imposible encontrar unas soluciones, si no definitivas, al menos,
que sean parciales, ayudándonos a superar un conflicto que está afectando la
vida de todos los colombianos, donde desgraciadamente, para gobiernistas y
opositores, el gobierno viene siendo el representante de todos, sin distingo
político ni religioso.
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