MORIMOS MIENTRAS ESPERAMOS UN CAMBIO
QUE NUNCA SE DARÁ
Tras recurrentes visitas
de mis padres muertos,
apareciendo en mis sueños
como si estuvieran vivos,
me estoy cuestionando el
mensaje que trae implícita su continua presencia,
porque es bien sabido que
los sueños desencadenan acontecimientos,
con hechos que vienen encadenados
a nuestras vidas cotidianas,
entre sucesos repentinos, donde
están contenidas las respuestas
con las miles de dudas a
preguntas claves.
Mis recuerdos de ellos, en
mi conciencia, son bastante etéreos y vaporosos,
pero en los sueños son claros,
nítidos y fabulosos,
al extremo que en ellos
abren ciertas puertas,
charlan sin pausa, se ríen
sin descanso, acciones que en vida nunca hicieron,
aunque las suponía reales en
mi imaginación, y ya creía superadas,
y ahora se azotan contra
paredes, en un laberinto oscuro y sin salida,
en el que vengo dando vueltas
hace rato,
para finalizar sentado en
una mesa donde ellos me dicen que saben todo de mí.
Presumo que me están dejando
una razón, desde el fondo de una mala relación,
la que había entre ellos,
y la mía con ellos, intentando aclarar una situación,
esa que en vida nunca se dio,
y es qué, el tiempo que me queda es muy corto,
tan finito, que la vida en
él se consume sin pasión al no poder cambiar la realidad,
que está en manos de
otros, quienes, sin un foco de moral, nos arrastran a todos,
por los suelos de aquel
laberinto, que hoy es un mundo lleno de asesinos,
de ilusiones y esperanzas,
pero que en los sueños personales representan
a las lanzas que
atraviesan nuestros cansados corazones de esperar un cambio.
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