LA VIRULENCIA QUE SUPURA UN PARÁSITO
PELIGROSO
Las fuerzas que rigen
al universo no han podido actuar en el paraíso terrenal,
ya que éste se
encuentra parasitado por un ser intransigente, indolente e indiferente,
con la razón de ser,
de él mismo y del propio paraíso,
sin las cuales lo
disuelve en sus manos, mientras se van licuificando las bases
que sostenían
naturalmente al planeta que contiene aquel mundo.
Los cuerpos de los
millones de seres, que mueren en oleadas sobre ese paraíso,
que raudo desaparece,
dejan fluir sus almas derrotadas como un manantial viscoso,
que se evapora ante
el calor provocado por la irracionalidad del peligroso y mortal bicho,
desbordando una purulencia
que llega hasta el espacio que rodea a aquel mundo en ebullición,
exhibiendo esa virulencia
como su mejor virtud, y a la vez exenta de cualquier otra condición,
que permita esperar
un cambio de rumbo en la conciencia que domina la actitud
de aquel parásito
apestoso, hasta hoy incapaz de racionalizar el daño que provoca.
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