UN DIÁLOGO ENTRE
BRUTOS
El día que él
le dijo que la amaba, ponía el corazón en sus manos sin saber que ya tenían
dueño, por eso ella no tuvo otro remedio que jugar a aparentar que entre los
tres no ocurría nada.
Después, el
tiempo se encargó en poner las cosas en su lugar, pues el desenlace del engaño
se aclaró una tarde gris, cuando las apariencias se volvieron evidencias, pues sin
quererlo, ese día, ella amando a uno eyaculó llamando con ardor al otro.
Luego de
esto, dicen que aquel con su decepción a cuestas se esfumo como un fantasma, también
dicen que lo vieron algún día deambulando por la casa de ella, sin saber que ya
estaba muerto el sentimiento que éste traía; mientras tanto, ella se marchó de
ese lugar, pues desde ese momento no quiso volver a saber nada de ninguno de los
dos, solo qué, con eso, transformó el amor del otro en el odio que segó su vida
cuando éste la volvió a encontrar en su camino.
Por eso dicen
que, en el reino del machismo, muchos sueñan con tener a la mujer como un
juguete para ellos, pero cuando es ella la que juega con ellos, las reglas de
ese juego ya son diferentes, porque no conciben un desaire, ya que a partir de
allí es la violencia y el terror los que reinan en el sentimiento del frustrado.
También
dicen, en el reino de los dichos, que siempre en el futuro humano ha primado la
fuerza, es igual como en la naturaleza, donde la mayoría de los machos alfas se
imponen a los otros sin medir las consecuencias.
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