ESTAMOS INMERSOS EN
UN JUEGO
Como
cualquier individuo de una sociedad desunida, por no decir inexistente, y me
refiero aquí a la colombiana que es donde vivo, nos hemos convertido en simples
espectadores de los asaltos permanentes a los que son sometidos nuestros escasos
recursos económicos, ganados con esfuerzo y con el sudor del trabajo; aunque debo
admitir que no tenemos la exclusividad en este tipo de comportamiento en el
mundo, sí creo que somos una de las sociedades más pasivas al respecto y de las
que más nos dejamos meter los dedos en la boca sin chistar; y es que debemos
admitir que aquí los ciudadanos nos hemos convertido en un botín para ser
asaltado cuantas veces quieran los bandidos, sean estos simples rateros
callejeros o cacos refinados disfrazados de políticos honestos, o cualquiera
otro que tenga la capacidad de robar sin que le mortifique la conciencia.
Por eso por años,
como individuos, llevamos escuchando del robo permanente a los erarios públicos
sin que ello genere alguna reacción social y sin que ninguna de las
dependencias o instituciones, creadas para evitar este desangre, hagan algo
diferente a aparentar hacer exhaustivas investigaciones, donde podemos señalar como
participes de este juego a las distintas ramas de la justicia, con todas sus innumerables
dependencias y sus miles de funcionarios, por ejemplo las altas cortes, los
supremos tribunales, los jueces, los inspectores, los fiscales, las policías y
los ejércitos con sus innumerables castas de generales o de capitanes, o las contralorías,
las procuradurías, las personerías, y cuanta instancia han podido crear para embobar
a los ciudadanos, pues mientras creemos que algo se está haciendo, a la vez ellos
puedan seguir robando.
Siendo uno
de los países más corruptos e inequitativos de la tierra, aquí en Colombia las
ilegalidades y las injusticias han tomado tintes de ingenio, tanto que dan
alcurnia, al extremo que nos hemos acostumbrado a coexistir con el delito y los
delincuentes, a muchos de los cuales los hemos dignificado y premiado con los
más altos cargos públicos, normalizando y aceptando sin protestar que las
soluciones a nuestros problemas los resuelvan estas laxas clases dirigentes, no
combatiendo la corrupción y el despilfarro pero sí creando impuestos para todo
y por todo, inventándose altas penas de cárcel para los bobos y los lobos solitarios
pero al mismo tiempo con exenciones para los de plata, construyendo carreteras
fantasmas mientras van creando por doquier peajes en las pocas carreteras cuasi-destruidas
por la falta de inversión, al igual que se inventan cientos de instituciones con
miles de dependencias para controlar el desfalco sin que existan hasta ahora resultados
concretos.
Mientras creamos
que este juego es el escenario correcto no hay nada que hacer.
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