martes, 7 de febrero de 2017

MAQUILLANDO EL BOLLO DE LA CORRUPCIÓN

MAQUILLANDO EL BOLLO DE LA CORRUPCIÓN


Es de dominio general, en este país, que cuando los políticos hablan de secretos de estado con respecto a los contratos públicos, es porque estamos ante una corrupción camuflada y maquillada de legalidad, pues de ellos dependen sus pequeños imperios y en ellos se desenvuelven los diferentes y desacreditados partidos políticos como peces en el agua; nuestros dirigentes son seres especiales que cuando les preguntan por los desfalcos al erario, solo dicen no saber nada o que eso no es con ellos, por eso no sorprende que la gente del común piense que robar es natural o que es la única esperanza de vivir mejor.                                                                                                               
Igualmente es de conocimiento general que la avidez, ataviada aquí de visiones de negocios o de oportunidades de inversión, de esos dirigentes, sean estos públicos o privados, no tiene límites, ni éticos, ni materiales ni morales, pues con tal que este sistema trabaje para ellos y sus clanes, han desarrollado una trama impenetrable, que se traga el beneficio general, sin importarles que esos ingresos en sus arcas personales hayan significado cientos de niños muertos por los robos al sistema de salud, miles de conocimientos perdidos por el asalto continuado contra el sistema educativo, o las millones de oportunidades despreciadas al no generar fuentes de trabajo por apropiarse de los recursos de la infraestructura.                                                                                            
La justicia humana contra ellos no trabaja, solo son amenazados con castigos religiosos por clérigos avariciosos, que castigan lo oprobioso con indulgencias monetarias, o por jueces venales, cuando el castigo terrenal ya no tiene sentido porque los directos responsables, o han trasteado sus botines a paraísos fiscales, o ya se han reproducido con empresas o en familias, y la culpa que es personal, se la ha llevado el muerto.


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