A UNA HISTORIA SIN
SENTIDO
Aun con el filoso
cuchillo en la mano, la volteo a ver por última vez, ella no entendió lo que
pasaba, pues no alcanzaba a verlo de cuerpo entero a través de los vidrios
sucios de esa pequeña ventana que conectaba esos dos cuartos, por eso tampoco
observó el preciso instante en que sin muestras de dolor él se abría el vientre
de repente, desparramándose las vísceras al frente de un gigantesco espejo que
había instalado para verse suicidando.
Ella, sin
saber lo que ocurría en su interior, intento abrir la puerta de ese cuarto
varias veces, pero estaba cerrada desde adentro con seguros, por lo que entonces
le llamo insistentemente para que abriera, sin siquiera comprender que en ese
instante aquel ya estaba muerto.
Ante el
silencio que escuchaba, se acercó de nuevo a la ventana, alcanzando a ver por
ella el cuerpo inerte de éste, ya cadáver sobre un mar de sangre; internamente
se extrañó por su actitud pues no gritó ni lloró por lo que estaba viendo, ya
que tardíamente vino a comprender las enigmáticas palabras, aquellas que como señales
éste le mandaba la otra anoche, donde se hicieron por última vez el amor, cuando
le decía con cariño que ella era el último eslabón de una larga cadena en que
se había vuelto su vida, solo que ahora sola, nunca esperó que este fuera ese
final, el de unas palabras que cuando las escucho, como ahora que las recordaba,
tenían muy poco sentido.
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