domingo, 19 de febrero de 2017

JIRAFAS POR DOQUIER Y LOS MONSTRUOS SIN SABER

JIRAFAS POR DOQUIER Y LOS MONSTRUOS SIN SABER



Una señora solitaria elongaba su cuello como el de una jirafa, de esas que ramonean las altas acacias en las extensas y secas sabanas africanas, pues morbosa intentaba ver por la ventana de nuestro cuarto, que hacíamos adentro tu y yo; cuando las vimos, solo atinamos a sonreír, mientras desnuda te acercabas a mí.

Fue en ese preciso momento cuando me diste esa pícara mirada, para que te siguiera con los juegos sexuales en los que estábamos, justo cuando aquella nos descubrió en la antesala de nuestro acto de amor, por lo que luego, en el máximo furor, nos descubrimos ante ella, para que así vieran cuanto sexo podía haber en el temblor de unos cuerpos felices, en pleno coito de amor.

Después de esto, esa señora, salió corriendo como loca, escandalizada por lo que le habíamos mostrado, regando por el pueblo el rumor de que había sido testigo de haber visto a dos monstruos haciéndose el amor.

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