JIRAFAS POR DOQUIER
Y LOS MONSTRUOS SIN SABER
Una señora solitaria
elongaba su cuello como el de una jirafa, de esas que ramonean las altas
acacias en las extensas y secas sabanas africanas, pues morbosa intentaba ver por
la ventana de nuestro cuarto, que hacíamos adentro tu y yo; cuando las vimos,
solo atinamos a sonreír, mientras desnuda te acercabas a mí.
Fue en ese preciso
momento cuando me diste esa pícara mirada, para que te siguiera con los juegos
sexuales en los que estábamos, justo cuando aquella nos descubrió en la
antesala de nuestro acto de amor, por lo que luego, en el máximo furor, nos descubrimos
ante ella, para que así vieran cuanto sexo podía haber en el temblor de unos
cuerpos felices, en pleno coito de amor.
Después de
esto, esa señora, salió corriendo como loca, escandalizada por lo que le habíamos
mostrado, regando por el pueblo el rumor de que había sido testigo de haber
visto a dos monstruos haciéndose el amor.
_____________________________________________________________________
No hay comentarios.:
Publicar un comentario