PERDIDOS EN MEDIO DE NUESTRA EFIMERIDAD
Hemos perdido la esperanza, me refiero a la especie humana en general,
de vivir mejor y en conjunto, porque le estamos dando más valor
a la efimeridad de lo material, que, a la propia eternidad del destino,
designado por una fuerza intangible, la cual nos ha brindado, de manera súbita,
la energía universal, queriendo potenciar, a través de nuestros
pensamientos,
la idea de un movimiento planetario que conduzca la vida surgida en su
seno
hacia el punto de salida de una meta compartida por todos los seres
vivos,
sin distinguir origen ni función pues todo hace parte de la evolución.
Los humanos queremos prevalecer, sobre lo eterno, minando la energía
evolutiva,
la cual, desde su inicio, ha dado partida a una formación de
acontecimientos,
con un solo objetivo definido, ajeno a los objetos materiales y
sustanciales,
que como individuas de nuestra especie anhelamos,
ya que aquellos solo transitan por el camino del cambio permanente,
basándose en la fluidez de la realidad, haciendo mención a la única y
verdadera,
no a aquella que ha brotado a partir, y a raíz, de pensamientos
relativos,
por personas impositivas, quienes la han impuesto a los demás
desde una visión de lo que es una noción icónica de un mundo gobernado
por seres idealizados en las mentes de pocos, para volverlos focos de
todos.
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