LA MAYOR EVIDENCIA Y LA MEJOR
PROEZA ENFRENTAN UNA ENFERMEDAD SOCIAL
Hasta el día de hoy
la mejor proeza humana,
si así se pueden denominar
los acontecimientos,
viene siendo la paulatina
destrucción del planeta que habitamos,
amparada en la
ausencia de un esfuerzo colectivo,
evitando que la
tragedia que se avista, enfrente del horizonte mundano,
obtenga la atención particular
de cada individuo,
porque cada ser
humano está contaminado de una enfermedad mortal,
que se ha vuelto comunal
y obsesiva,
hasta el grado que se
ha transformado en un síndrome,
catalogado como
egoísmo social, multiplicándose de boca en boca,
colaborando, ahí sí y
cada uno, a construir el caos ambiental que hoy nos afecta a todos,
expandiendo, tras su
paso, una agonía existencial,
tanto para quienes la
inducen como para quienes la sufren,
dando como resultado
la mayor evidencia de una falta de conciencia personal,
prolongando una desconfianza
total, la cual se afianza en la desesperanza individual,
cimentada sobre una inconsciencia
global, lo cual impide una reacción general,
requerida para
detener aquella enfermedad intelectual que nos inhibe actuar,
a pesar de las
pruebas que determinan que se cierne un final,
aunque éste no lo
hará sobre el planeta todavía,
sí será para la
mayoría de especímenes que vivimos sobre él.
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