DEBEMOS SER NUESTROS PROPIOS
CARDIÓLOGOS
Hay un solo corazón
en cada cuerpo,
siendo su palpitar un
asunto de la exclusiva esfera particular,
porque ningún otro
puede hacer sentir las emociones que lo agobian,
por ello, es vital defenderlo
y protegerlo de los hechos que lo afectan,
si no, será muy factible
acelerar su deterioro físico y emocional,
ya que es claro y
evidente que existen seres especializados en su malformación,
sin considerar el género
que lo intenta someter para hacerlo sufrir,
pues existen cardiólogos
para su función,
endoscopistas por sus
propios intereses, ecocardiólogos según los sentimientos sondeados,
internistas como ratones
de un laboratorio, pendientes todos de medir su ritmo,
y hasta su muerte, de
lo cual depende su posterior manipulación,
exigiéndole a cada persona,
ser el intervensionista cardiaco de él.
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