TRAPISONDAS DEMOCRÁTICAS SOBRE UN PAÍS MORALMENTE SOMETIDO
En Colombia, desgraciadamente, existe el movimiento político
más indecente que se pueda conocer y conseguir sobre el planeta entero,
denominado por su fundador, quien al mismo tiempo es catalogado por sus adeptos
y seguidores hasta el mismo nivel de un mesías, maquiavélicamente Centro
Democrático, cuando en realidad no es ni una cosa ni la otra, pues desde su
nacimiento y fundación se ha caracterizado por los eufemismos más descarados,
entre ellos gritar que están en contra del narcotráfico cuando son respaldados
por narcotraficantes, señalar que aceptan las protestas ciudadanas cuando las
atacan sin sosiego, además de las trapisondas, las trampas, las mentiras, los
engaños, la violencia, los malos tratos, las componendas, las malas compañías,
el uso de todo tipo de ilicitudes, pero aun así sin cansarse de manipular y
seguir sometiendo al país a sus manejos antisociales, aprovechándose y estando convencidos
del altísimo nivel de indiferencia, ineptitud y desmemoria que exhibe nuestra
sociedad a modo general, y mucho peor a título individual.
Es un movimiento que desde cuando apareció en la
escena política no ha cesado de dominar, a las buenas o a las malas, cada quien
debe escoger el camino, las circunstancias de modo, tiempo y lugar en su manera
de estructurar sus objetivos, encontrando en la burguesía criolla el caldo de
cultivo ideal para crecer, ensañarse y amoldarse sobre el resto de la sociedad,
pues entre ellos hubo empatía inmediata, pudiéndose explayar con sus
inequidades, además de poder poner en práctica la aplicación de todo tipo de
injusticias sociales, desde la cooptación de todas las instituciones del Estado
hasta la implementación de las arbitrariedades más despreciables, como el
desmejoramiento de los salarios, la seguridad social y del empleo, desmontando
a su paso al Estado Social de derechos, vendiendo a la mayoría de empresas del
estado en el sector salud, infraestructura, servicios públicos y un largo etcétera,
todo un estorbo y un requerimiento para alcanzar sus metas.
Después se percató del altísimo grado de inmoralidad entre
las clases políticas y económicas, ávidas de más poder y más riquezas, engranándose
fácilmente con ellas, de este modo poniendo el pie sobre la marcha del
mecanismo ideal para acelerar el despojo y la explotación general.
Lo mismo ha ocurrido con los industriales,
comerciantes, sean grandes o pequeños, con la mayoría de partidos políticos,
con los agricultores y ganaderos a través de sus asociaciones quienes son los que
más los han seguido y apoyado, generando el marco de inmoralidad y corrupción
en el que se está desarrollando la rápida descomposición de todo el Estado y la sociedad; los pocos que han llegado a oponerse a este clima de ilegalidad son de inmediato confrontados
por medio de sus brazos armados, compuestos por sicarios y mercenarios a sueldo,
además de una amplia gama de asesinos y delincuentes comunes, como también reciben
el apoyo y defensa de los medios de comunicación que poseen exclusivamente para
su servicio, o por intermedio de las instituciones legales que han sucumbido a
su poder, sea la propia rama de justicia, el ejército o la policía, pues desde
el mismo comienzo de sus acciones se conoció que ya más del 30% del congreso
había sucumbido a su manejo arbitrario y violento, sumando lentamente al resto
de integrantes, con muy contadas excepciones.
Mientras pasa el tiempo, en este modelo de
escenario, todas las instituciones del Estado caen, una tras otra, en manos de
partidos y personajes políticos designados y señalados por ellos para cumplir
esta función, o sea hacer de esquiroles y estafetas sobre una sociedad aterrorizada,
dividida y sin capacidad de reacción, ni tampoco fuerza ética y moral para enfrentárseles.
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