HAITÍ ES EL ESPEJO DE COLOMBIA Y
COLOMBIA EL REFLEJO DE HAITÍ
La pésima memoria,
que por lo general nos caracteriza a los habitantes de Colombia, no nos permite
recordar algunos hechos históricos que anteceden a las circunstancias que después
tenemos que experimentar y vivir, de allí que haya que hacer un esfuerzo
extraordinario, y el intento, de recordar ciertos momentos específicos, los
cuales deberían demostrarnos claramente de donde proceden los orígenes de lo
que actualmente está sucediendo con nuestro país, al cual indudablemente el narcotráfico,
a través de diversas fuerzas políticas a su servicio, están sometiendo a sus
condiciones, como fue el hecho que ocurrió en el año 2002, cuando nos quisieron
demostrar, y lo manifestaron públicamente, después de la reunión realizada en Santa
fe de Ralito, departamento de Córdoba, los principales líderes del negocio del
narcotráfico, del paramilitarismo y un numeroso grupo de políticos, creando, por
medio de un pacto, una organización monolítica alrededor de unos objetivos
delictivos específicos, que consistían en tomarse a Colombia política y
económicamente buscando, y queriendo, transformarnos en un modelo de país similar
a una república marioneta al servicio de sus oscuros y violentos intereses, donde
las instituciones del Estado social de derecho terminaron siendo cooptadas, como
sucede en Haití, lo que implica necesariamente una total sumisión y antagonismo
entre todas las sociedades que en él habitamos, ante la indiferencia,
indolencia, ingenuidad, incredulidad, desidia y división de quienes componemos y
habitamos a nuestra nación, lo cual desgraciada y fácilmente están logrando,
con las consecuencias que este tipo de acciones vienen generando en nuestras
estructuras social, política y económica.
De ahí parte una incuestionable
y cruda realidad, en cuanto que Colombia es uno de los países del mundo con los
índices más altos de inequidad social, casi que al mismo nivel de Haití; somos
un país con los más bajos niveles de representación política, similar a como
sucede en Haití, donde muy pocos ciudadanos confían en quienes se dicen sus
representantes; somos un país que se ha convertido en la meca de la
delincuencia y del narcotráfico, interna e internacionalmente, muy parecido a
como ocurre en Haití, sufriendo las consecuencias que este modo de comportamiento
y de existencia conlleva, encontrándonos a nuestras viejas y nuevas élites
conviviendo, trabajando y negociando, supone uno que intentando mantenerse en
el poder y su nivel de vida, conjuntamente con los jefes de las bandas delincuenciales,
destrozando con este accionar a todo el andamiaje de nuestro Estado, para de
esta manera concretar los objetivos buscados y anunciados, algún día, por el máximo
exponente de estas actividades, el propio Pablo Escobar, desde el instante que éste
personaje dejó flotando en el ambiente el mensaje, aprovechándose del error
garrafal tras la fatal decisión tomada por el gobierno Nixon en los Estados
Unidos en los años 70, a razón de ser el país líder del capitalismo mundial, luego
de declararle una guerra absurda en contra de estas actividades, que hasta el
día de hoy lo único que ha producido es el aumento exponencial del negocio y la
exacerbación y crecimiento de las diferentes bandas involucradas en él, lo cual
ha terminado desencadenado en Colombia el panorama que estamos describiendo y sufriendo.
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