ESTAMOS PRESTOS, VOLUNTARIAMENTE, A
NUESTRO PROPIO DEGUELLO
Conducidos como dóciles borregos
hacia un matadero, para sufrir allí nuestro degüello,
los seres humanos venimos exponiendo
nuestras nucas, bajando voluntariamente nuestras testas,
para que, una vez llegado el forzoso
momento de nuestro propio sacrificio,
inclinar sumisamente los
cuerpos, esperando entre todos,
con la única excepción de
quienes ingeniosamente nos conducen,
los certeros cortes tras los precisos
golpes, realizados por los matarifes asignados en cada lugar,
ya que todo hace parte de una
gigantesca trama, conciliada entre distintas y oscuras sociedades,
asociadas dentro de un burdo
negocio en el que se ha convertido, caído y sumido la humanidad,
por intermedio de algunas de las
tantas truculentas corporaciones multinacionales y globalizadas,
las cuales han sido creadas porque
han sido designadas para volverla y hacerla realidad.
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