EL ANTROPOCENTRISMO ES UN PROBLEMA DE
INTELIGENCIA
Habiéndose cumplido, el pasado
17 de este mes de junio del año 2021, medio siglo de la declaratoria del inicio
de una de las tantas absurdas guerras, declaradas durante la historia humana,
en este caso específico la que corresponde a la guerra que se declaró contra el
narcotráfico y contra el uso de sustancias y cultivos denominados ilícitos, por
parte del gobierno dirigido por el que en ese entonces era su presidente, Richard
Nixon, de un país que desde el final de la mal designada segunda guerra mundial,
a la cual muchos expertos señalan que era apenas la segunda parte de la también
mal llamada primera guerra mundial, pues igualmente ésta era un resumen y la
conclusión de muchas otras pequeñas conflagraciones localizadas en el
continente europeo, y que desde entonces viene ejerciendo el poder mundial por intermedio
de una organización que fue creada a raíz de esos acontecimientos, para que supuestamente
evitara repetir las experiencias de esos continuos conflictos humanos, o sea la
ONU y detrás de ella los Estados Unidos; estamos viviendo el momento ideal para señalar
a este tipo de iniciativas como los mejores ejemplos de que en muchas
sociedades de la especie humana se viene decidiendo darle prioridad a unas autoridades
políticas y de poder social y económico lideradas por unos individuos muy poco
inteligentes, además que a través de estas decisiones igualmente se viene evidenciando
que es toda la humanidad la incapaz de razonar inteligentemente, por
consiguiente se ha mantenido, a lo largo de su larga evolución, a un ritmo desenfrenado
de tomas de decisiones desprovistas de toda lógica natural, porque si la
tuviera, o sea la lógica natural, ésta le permitiría encarar de otra manera los
asuntos que le han correspondido confrontar,
y que hasta el día de hoy la tienen, a ella y al planeta entero, en un punto de
ingresar en una condición de no retorno, lo cual implica no poder devolver las
reacciones naturales que se generan por sus acciones, afectando directamente a
la mayoría de las especies que lo habitan, incluida la propia especie humana, la
cual simplemente se ampara en la supuesta alternativa de poder, algún día, irse
a habitar otro planeta, mientras aguarda, al mismo tiempo, un posible milagro
de un Dios, cualquiera de los tantos creados por ella misma, en cuanto la Tierra
no soporte un instante más las situaciones impuestas por los sistemas de
explotación puestos en marcha desde su aparición y desarrollo, a los cuales
venimos denominando progreso, pese a las claras evidencias de deterioro
ambiental que producen, aunque, aun así no da muestras de ningún tipo por querer
modificar su actitud.
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