ENTRE LAS NÁUSEAS DE UNOS TAHÚRES
ENFERMOS
Sabedora que en el tiempo nunca
encontrará ningún tipo de pausa,
la humanidad no se esfuerza
por destruir las causas de su supina ignorancia,
simplemente multiplica las náuseas
que provoca sobre la naturaleza,
a la cual agrede sin control,
desregularizando los límites de un tiempo inhumano e insensible,
pudiendo entonces justificar,
con su natural impotencia, las fuentes de todos sus problemas.
Por más que hallemos en la
ciencia las posibles herramientas para construir factibles soluciones,
nos es imposible descubrir de
facto los caminos que nos conduzcan hacia los objetivos requeridos,
dejando en las manos del tiempo,
cual enfermizos tahúres, nuestro destino sagrado,
para jugarlo a los dados con
dioses inventados,
aunque éste se esté desangrando
en nuestras propias manos.
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