AL INTERIOR DE UNA QUIMERA
Viajando en barcos estacionarios recorremos océanos imaginarios,
los cuales se bambolean encallados
ante unos puertos quiméricos,
sobre mareas impuestas entre
las ideas de una especie sumida en una imposición
donde todo lo que se cree,
y se crea, se vuelve nada,
y sobre esa nada flotamos
todos, convencidos por verdades irreales,
que transforman a la
realidad en un invento surrealista,
entre el cual se están construyendo
las estructuras imperialistas,
forjadas dentro de las
mentes de las personas más individualistas,
con las que después maquinamos
y destrozamos a una supuesta sésil naturaleza,
creyéndola incapaz de
reaccionar ante nuestras continuas y violentas agresiones,
aunque luego sus acciones
sean las reacciones encadenadas a unas estaciones,
de un tiempo, a donde se
conduce a la vida en general,
lanzándola hacia un
espacio desprovisto de una especie sin sentidos racionales,
por consiguiente, dejándole
el espacio libre a otras especies,
a las cuales los humanos
suponemos irracionales,
pero todas ellas son capaces
de dimensionar las leyes universales,
dentro de las cuales se
mueven, al mismo ritmo que el tiempo impone,
sobreviviendo eternamente a
sus movimientos y postulados.
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