EN COLOMBIA LA LUCHA NO PUEDE SER DE CLASES
Nuestro llamado de alerta y atención se circunscribe en
advertir que no podemos caer, ni siquiera intentar arrimarnos, como sociedad, a
una absurda lucha de clases, cuando la realidad, la que nos cobija a todos por
igual, es que la mayoría de colombianos hacemos parte de una misma clase
trabajadora, unos con más preparación y quizás más suerte que otros, por
distintas circunstancias de la vida en particular, aunque al final de cuentas todos,
obligatoriamente, tenemos que asumir la misma responsabilidad social, para que a
partir de ella se pueda instaurar un régimen de vida, en general, que nos permita
irrigar el bienestar, la justicia y la equidad social entre todos sus
habitantes.
Colombia se tiene que enfocar, exclusivamente, en
abolir al clientelismo político, por ser éste el padre impulsor de la actual
desaforada corrupción, y por la cual se está desangrando y destruyendo al país
sin permitirle progresar, siendo la mejor manera, quizás la única, promover y
provocar que a los cargos de responsabilidad administrativa y pública, por
elección libre y popular, lleguen quienes hoy no lo quieren hacer, o sea los
más preparados, honrados y capaces, ante los escenarios de corrupción e
inmoralidad que ahora se encuentran en ellos, temerosos de servir porque pueden
ser violentados o asesinados al no estar de acuerdo, oponerse o combatir a unas
mafias políticas, religiosas y económicas que, para desgracia de todos, tienen
cooptado al Estado de derecho.
De allí que nuestra propuesta sea organizar una
revuelta civil, pacífica e inteligente, por medio del voto soberano, para
lograr, a través de ella, alcanzar estas metas públicas y sociales, antes que
lanzar al país hacia una guerra sin cuartel y sin control, en la que nadie sabe
dónde, ni mucho menos cuándo, pueda concluir.
Nuestra historia hasta ahora se ha caracterizado por ser la parte
de una manipulación arraigada entre una sociedad resignada ante los manejos desconsiderados
y corruptos de sus clases dirigentes y privilegiadas, quienes a través de ella
han impuesto unas aparentes verdades, diseñadas para crear unas ideas de poder político,
religioso y hasta cultural, además de control social, sobre una ciudadanía ignorante,
y por ello mismo sumisa ante las mentiras incrustadas entre sus conceptos de
nación y de futuro.
La suerte, si es que se puede llegar a considerar así, es que
estamos viviendo una era de avances tecnológicos que permiten, por medio de las
redes sociales, tratar de exponer la verdadera realidad, para que esas mentiras
sean demostradas y esperanzadamente derrotadas, al exhibírselas a esa ciudadanía
ignorante, para que en procesos electorales se presten a cambiar a esas clases
corruptas y agarradas al poder por medio de todo tipo de herramientas ilícitas e ilegales,
por lo tanto los invito a proceder de esta manera, algo ingenua, pero pacífica.
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