EN COLOMBIA EL ARRIBISMO DE LOS
DESPOSEIDOS A DURAS PENAS ALCANZA PARA SER UN ESTÚPIDO ESNOBISMO SOCIAL
Hace unos días leí un artículo,
en El Times, sobre el mito de la clase media en México, que me llevó a indagar
cual es nuestra situación en Colombia.
Según proyecciones
estadísticas, suministradas por el ente encargado de obtenerlas, el Departamento
Nacional de Estadísticas, DANE, en Colombia el 30% de algo más de 14.2 millones
de los hogares que existen en nuestro país, en cifras significaría 4.3 millones
de familias, o sea casi una de cada tres, sobreviven con menos de lo que se
considera un salario mínimo, o sea más o menos $880.000 pesos al mes, pues
viven del rebusque, y en condiciones de informalidad, lo cual también implica que
tampoco están aportando al sistema general de salud, por lo tanto haciendo simplemente
parte, en este nivel social, del sistema de salud subvencionado, Sisben, y sin
tener posibilidades futuras para aspirar a una pensión mínima, entonces, si
consideramos que un hogar, en esta parte de la pirámide poblacional, por lo común
está conformado por los dos padres y un número indeterminado de hijos, dos por
poner un ejemplo clásico y por lo bajo, podríamos estar hablando de algo más de
17 millones de personas, ganándose justo lo necesario para mantenerse vivos, pero
sin ningún tipo de beneficios sociales y por lo general sin usufructuar servicios
públicos básicos. Los cuales, bajo estos arbitrarios parámetros, terminan
siendo catalogados como la clase baja de la población, y por lo tanto viviendo muchos
por debajo de la que es considerada la línea de pobreza.
Según estas mismas
estadísticas que domina el DANE, el 60% del resto de esos hogares, son clasificados
de clase media, porque reciben ingresos alrededor de los $4.000.000 de pesos al
mes, lo cual no representa obligatoriamente que estén haciendo pagos sobre una
buena Empresa Prestadora de Salud, EPS, incluso muchos miembros de estos
hogares pueden llegar a estar inscritos, en cuanto a salud, al Sisben, ni qué
tampoco, al menos un miembro de estos hogares, esté necesariamente haciendo
aportes para que en el futuro esa familia pueda estar recibiendo una pensión,
pero aun así, se siguen considerando hogares de clase media, no únicamente por
el Estado, o por los gobiernos en turno sino también por ellos mismos, pues la
referencia para esta hipotética consideración, ser de clase media, no son los
beneficios sociales que puedan adquirir o sufragar, donde necesariamente deberían
estar incluidos esos asuntos de los servicios familiares de salud y de pensión,
sino que solamente son medidos, y catalogados así, por los ingresos monetarios que
reciben.
Entonces tenemos que el
10% del resto de los hogares en Colombia, unas 1.4 millones de familias, terminan
siendo considerados, por el DANE, de clase alta, sólo porque reciben ingresos
superiores a los cuatro millones de pesos al mes, aunque muchos de ellos, suponiéndose
privilegiados, y por lo tanto comportándose como ricos, no lo son, ya que
cubren la mayoría de sus gastos, básicos y suntuarios, por medio de créditos
bancarios y a través de tarjetas de crédito, dejando como conclusión que los
verdaderos ricos, o la verdadera clase alta en Colombia son bastante pocos, se
menciona que no pasan de mil familias, por más que un alto porcentaje se
catalogue o se denomine, a sí mismos, falsamente de clase alta, cayendo en un
paroxismo social que les deforma sus conceptos y creencias, impidiéndoles ver
el grado de pobreza generalizada en el que nos encontramos como sociedad, lo
que permite, a esa pequeñísima minoría, aplicar leyes e imponer cargas
impositivas de una tremenda inequidad y totalmente injustas sobre una población
cada vez más empobrecida.
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