UNA HUMANIDAD QUE NO SE
CANSA DE VIOLARSE A SI MISMA
Violando sus
propios códigos éticos, la humanidad viene edificando
un mundo sin
controles, que hasta hoy no encuentra límites,
transformando
la masa física del planeta que la soporta
en simple material
de consumo,
retirando de
la receta que utiliza para su desarrollo
cualquier
razón que proteja al corazón que late entre una Tierra que agoniza.
Son millones
de seres, humanos y de cualquiera otra especie,
los que
padecen los efectos de una forma mezquina de actuar,
dirigidos por
conceptos surgidos en mentes enloquecidas y de atar,
arrodillados
ante altares refulgentes por el brillo de un oro
que cubre
las ambiciones de esos pocos y esconde las necesidades de todos.
Muy pocos
quieren, y pueden, comprender que en cada nuevo giro
que el planeta
da, se da el comienzo de una nueva calamidad,
impulsándose
el inicio de otra fatalidad, con la que se dan motivos
para dudar de
la racionalidad de una especie que no ha querido odiar
los burdos e
impotables fundamentos que le prohíben entender
las capacidades
de su existencia y las razones de su impotencia de amarse.
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