PROCARIOTAS E IDIOTAS
A la manera de las ostras,
que cierran sus valvas, y se enconchan,
cuando presienten el más
mínimo peligro,
igualmente, el ser
humano se esconde en sí mismo,
creyendo que el
silencio de su mutismo lo defenderá contra cualquier enemigo.
Son reacciones que
confirman la directa relación de un ser con otro,
demostrándose, con
esos rasgos, que la evolución está incompleta,
pues desde las
cianobacterias hasta la actualidad el propio rumbo de la humanidad
no termina de separar
al ser humano de la animalidad,
y aquellos que
insisten en su probable divinidad se equivocan,
ya que aún seguimos
siendo parte de aquel todo, dependientes del oxígeno,
el que se generó
cuando se dio el primer indicio de vida procariota.
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