Es en los hornos personales donde se cocinan los sueños generales,
de un mundo en manos de patanes condenando a todos por iguales,
allí mismo se funden los metales con los que se crean las armas más letales,
dando inicio con ellas a todos nuestros males.
La humanidad desgraciadamente está en poder de seres con ideas demenciales,
quienes creen tener siempre la razón
aunque sea evidente la destrucción del mundo a su mando,
cocinando en sus mentes el caldo de cultivo del que se desprenden las enfermedades más mortales,
como el odio, la avaricia, el egoísmo, muchas más y todas las demás.
Mientras tanto el resto de humanos somos hoy a duras penas una especie de nata,
cubriendo, por nuestra incapacidad individual, con un manto de duda la realidad,
que en aquellas manos es la actual fatalidad, expandiéndose por todos nuestros mares,
y en la Tierra por todos sus lugares.
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