CON LAS CABEZAS EN EL LUGAR
EQUIVOCADO
En el ejercicio de nuestras
vidas nos tenemos que enfrentar
a ejércitos dedicados a
la muerte,
dirigidos éstos por
comandantes de comandos,
quienes los dirigen como
dirigentes descerebrados,
que a la vez tienen el
alma en el fundillo,
y se caracterizan,
todos ellos, por tener un ano desproporcionado,
el que les sirve de
cerebro,
y por donde vierten sus
sentimientos y sus ideas,
con las que luego
logran ver a los individuos del común
como el instrumento de
sus guerras.
Sin embargo, la mayoría
de los individuos del común,
para nuestra desgracia,
concuerdan con las
mismas características
que caracterizan a esos
dirigentes de comandos,
o sea, que tienen sus
cabezas en el lugar equivocado.
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