SIN
CIMIENTOS NO HAY FAMILIAS
Un hombre atormentado por la soledad y la tristeza, auscultó
su alma adolorida para buscar con calma, en ella, un sentimiento perdido,
envolatado en los confines de su olvido; el que allí quiso confinar una mañana
cuando sintió una maraña de emociones encontradas, después de perder a los
padres que adoraba.
En ese sentimiento perdido estaban todos sus recuerdos de niño, pero igualmente incrustadas estaban las culpas y las quejas hacia toda su familia, las que con el paso del tiempo solo habían quedado como unos cimientos rotos y fríos, donde los padres intentaron edificar la familia y en los que después cada integrante reconstruyo los muros de sus egoístas y solitarias almas.
Ahora cada cual vaga por la vida sin compañía distinta que los propios vástagos, luchando aparte y en solitario por los sueños personales, que en los hijos por lo general se convierten en realidades impensadas y sin sentido, ya que muchas veces terminan siendo sucesos miserables, otras veces momentáneos, pero que, al final, fueron los caminos escogidos por cada quien al tomar en cuenta la opinión completa de una familia desunida, porque es sabido que ésta siempre muere cada vez que mueren los padres que la inician.
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