miércoles, 31 de mayo de 2017

ESPARCIENDO SEMILLAS CON VIOLENCIA



ESPARCIENDO SEMILLAS CON VIOLENCIA


Lanzando dardos imaginarios, como aquel que estampa besos de desprecio, cierto día un campesino, a quien se le veía bastante ofuscado, fue clavando estacas en su huerto, dejándolas como señal, mientras hundía con violencia en la tierra el azadón, ahoyando en el lugar preciso donde luego sembraría una semilla de yuca o de maíz.

Cargaba a cuestas una rabia momentánea, pues quería comerse viva a su vecina, con la que acababa de discutir por un alambre mal puesto por aquella, pero la razón iba domando a sus impulsos, por lo que se calmó del todo, aunque ahora la consideraba su enemiga.

Sin embargo, estando concentrado en estas labores, se topó de repente y desnuda a la vecina, del otro lado de la cerca, quien se bañaba en la quebrada, e insolente se abría las piernas para limpiarse donde quedaba su abertura.

Éste, en ese instante, por la sorpresa y la violencia de aquel acto, no supo cómo reaccionar ni volvió a pensar en el problema de la cerca, ya que ahora su dilema era que hacer con aquella hermosa y atrevida vecina, quien ignorante pero altanera lo retaba con su sexo, como a un niño, a quien se le reta con un bombón.

Sin entender por qué lo hacia ella, ni tampoco él, procedió a pasar la cerca en busca de aprovecharse de ese momento especial, sin dimensionar lo que hacía, ni imaginando que terminaría imputado como un estúpido criminal, ya que fue acusado de inmediato de doble intento de violación a la honra de una mujer; y a la vez, de quererse apropiar de una fertilidad ajena, por un lado, la de ella, quien ahora odiándolo esperaba un hijo de él, y por el otro, la de su tierra, que se quedó sin florecer, por no entender que a la tierra ni a la mujer no se les trata con violencia ni desdén.
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