DIPLOMACIA PARA SORDOS
En tiempos de discordias, la diplomacia se convierten en inoperantes reuniones de sordos, haciendo fracasar diálogos necesarios pero fingidos, por parte de los que impulsan las violentas desavenencias, precursoras de interminables confrontaciones, sirviendo para señalar a los que prefieren enfrentar a los enemigos que ellos mismos crearon, armaron y enervaron, callando a los representantes de los directos afectados, porque no están dispuestos a escuchar llantos lastimeros de sociedades expuestas a calmar susceptibilidades que se deben primero colmar antes que ignorar.
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