PARCOS COMO PARCAS EN CEMENTERIO
Suenan tambores de
guerra, y sus sonidos alebrestan a más de un ser humano,
quienes encuentran en
sus ruidos los compases predilectos para bailar al ritmo
que impone la muerte,
quien dichosa se convierte en la anfitriona de un carnaval,
amenizado por cañonazos
que disparan carne de cañón,
que se desmiembran
contra el paredón promovido por aquellos pocos y locos
que se creen ser los dueños
de la vida en general y del destino de la gente,
en medio de su entorno
particular,
la cual se comporta indiferente
ante las torpes decisiones que éstos toman,
permitiéndoselo a los
pugnaces dirigentes y promotores, a través de sus dementes peleas,
como igualmente
recurrentes, pues la historia de la humanidad está escrita
con este tipo de acciones,
aunque las consecuencias las sufren directamente las personas,
sean dirigentes o
sumisos, y el propio entorno que las aprisiona contra la cruda realidad,
mientras todos parcos
observan, como parcas en cementerios, cómo el tiempo condiciona
y convulsiona la
esfera existencial en cuanto gira entre la locura de la guerra.
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